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Publicado: 31-07-07 a las 19:05   Asunto: Un barrio borrado del mapa

La desaparición de Tagarabuena y su iglesia parroquial del plano municipal, recién editado por el Ayuntamiento, causa polémica


MARTA RODRÍGUEZ


En el siglo X nacía una población a la que llamaban "Tagara bona", muy próxima a Toro, a la que se fue uniendo por el camino que unía estas dos poblaciones. Con el devenir de los años sufrió variaciones en su número de habitantes y asistió a la despoblación de parajes muy cercanos a su territorio. Aún así, en el siglo XVIII se tiene constancia de un progresivo aumento poblacional en esta localidad que, gracias a las Cortes de Cádiz, se convierte en municipio. En 1970 perdió tal carácter y pasó a agruparse al Ayuntamiento de Toro. Ahora, en pleno siglo XXI, Tagarabuena ha sido borrada literalmente del mapa.

Así lo denunciaba el viernes pasado en el pleno el Grupo Municipal Socialista, mediante una cuestión, formulada por la edil Sara Pérez a la responsable del área de Cultura en el equipo de Gobierno, Mª Canto Marcos, en la que le preguntaba que «si considera que el barrio de Tagarabuena está dentro del casco urbano de Toro, por qué en el plano municipal editado por este Ayuntamiento y que se reparte en la Oficina de Turismo actualmente no aparecen el barrio de Tagarabuena ni la iglesia de este barrio», porque «es la única del patrimonio inmueble urbano que no está».

La respuesta fue sentenciada con un «tomamos nota» del propio alcalde, Jesús Sedano. Aún así, los socialistas insistían que «no es un plano turístico, sino un plano urbano», que «en teoría debería incluir todo el territorio urbano». Sin bien, «el entramado de Tagarabuena no aparece como plano urbano».

Critican que en la guía monumental al final del plano y no aparece en esa guía, siendo el único edificio inmueble monumento patrimonio de Toro que no aparece». En opinión de Sara Pérez, la iglesia de San Juan Bautista de Tagarabuena «es un buen reclamo para el turista», puesto que «tiene un retablo estupendo y es una buena construcción», además de «una torre que es la típica de la zona de Toro» y , curiosamente, «es la única iglesia que no está incluida».

En este sentido, los socialistas pedían «una reedición total de este plano», a fin de «que estos vecinos que también son toresanos puedan estar representados en su plano, que es su plano municipal, el que se reparte a todo turista en la Oficina de Turismo». «No vale con decir que es que el plano se centra sólo en la parte histórica de la ciudad, en el casco histórico», subrayan, porque, recuerdan, «en la guía monumental que aparece al final está la ermita de Santa María de la Vega o del Cristo de las Batallas y no aparece en el plano». Por ello, consideran que la falta de espacio «no es el motivo», sino «una total dejadez por parte de las concejalías de Cultura que ha habido hasta ahora».

La parroquia más alejada del centro de Toro es la de la iglesia de San Juan Bautista, que ahora ocupa el solar que en su día ocupó un templo más antiguo, de estilo románico, según detalla José Navarro Talegón en su catálogo monumental. De este primer templo se conservan vestigios como alguna de las dovelas de la portada, que fueron encajadas en la fachada septentrional del edificio actual, así como piezas reutilizadas en los muros erguidos sobre el crucero de la nave.

El promotor de este templo de grandes dimensiones fue el Juan de Monroy, que fue familia del Papa Pío V y a la muerte de éste retornó a Tagarabuena para ejercer el sacerdocio en la iglesia y promover su reedificación. El templo está dividido en tres naves por cuatro esbeltos arcos formeros, que descansan en dos pilares de forma cilíndrica exentos y cuatro adosados. La capilla mayor tiene forma rectangular y está flanqueada por dos sacristías cuadradas, cuyos muros sobresalen ligeramente del cuerpo de la iglesia.

Recuadrada por un alfiz, se encuentra el arco de medio punto de la puerta principal, mientras que las otras dos puertas, situadas en los costados son más sencillas. Este acceso estuvo precedido por un pórtico o cabildo derribado en 1779. Y es que las reformas del siglo XVIII afectaron al interior del monumento y trastocaron su aspecto originario.

A los pies del templo se levanta una maciza torre, típica de las construcciones de la zona, cuyo campanario está rematado en bolos. Para resolver el paso del cuadrado de la torre, la cúpula circular de ladrillo se apoya en unas pechinas. Se trata de una cúpula muy peraltada. También a los pies, arropado por un arco que robaba espacio a la torre y a las extremidades de las naves laterales, se levantaba un coro-tribuna de tres cuerpos, que fue demolido.

En 1770, el obispo Jorge y Galván ordenó la construcción de bóvedas en las dos naves laterales, que se erigieron diez años después con una decoración de escayola y de estilo rococó. Este fue el principio de la barroquización del monumento, lo que también puede verse en los retablos. Estos cambios supusieron, entre otras cosas, la pérdida de la armadura de la nave. Excepto algunas bóvedas, el aparejo del edificio es de sillería caliza extraída de las canteras de Villalonso y Benafarces.

Retablos, escultura, pintura y platería decoran los muros de este templo, entre el que destaca el retablo mayor, de gran tamaño. Fue con toda seguridad el entallador y escultor zamorano Juan González el encargado de realizar el retablo mayor del templo, que presenta un diseño original de corte clásico, aunque influido por lo tardío de la época. Si bien, las esculturas del retablo mayor fueron realizadas por el entallador toresano Esteban de Rueda.

El templo también guarda la imagen de un Crucificado, el de la Vera Cruz, que sale en procesión el Jueves Santo. De traza clásica y hermosa de factura correcta, data del siglo XVII y fue realizada en cartón, excepto la cabeza, manos y pies, que son de talla.

La opinion de Zamora del 30/7/2007

 
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